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martes, 31 de marzo de 2020

Helena


Helena

Por:Armando Noriega

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“Así comienzan las historias de terror”, río nervioso ante las palabras de Helena y la tomo del brazo para regresar al auto sobre el camino de grava. Pero ellos ya nos alcanzaron. Con considerable fuerza, aunque sin la violencia que uno esperaría, nos llevan hasta las puertas de aquella gran casa desde donde sale música a todo volumen.
Veníamos organizando esta salida desde hace varias semanas. Ella fue la que insistió en salir justo el viernes en la tarde, después del trabajo. Conduciendo por carretera hacia el norte haríamos más de 6 horas y llegaríamos al pueblo en la Huasteca, en donde la esperarían ya en la madrugada. El trato era que yo iba a conducir su auto hasta aquel lugar y ella iba a ser la copiloto ideal. Después de un par de meses de novios no podía quejarme demasiado de ella: a veces dejaba tirada su ropa interior por todo mi departamento, y otras veces tomaba algunas drogas con las que yo no comulgo, pero no creí que fuera algo anormal.
Dentro de la gran casa todo está iluminado de un carmesí llamativo. Se trata de una gran sala circular iluminada desde el centro, muy arriba. Justo frente a la puerta hay un presbiterio con su altar, aunque no alcanzo a distinguir las figuras a la distancia. Cualquiera pensaría que se trata de un antro en medio del camino, como aquellos lugares con prostitutas de ojos tristes que alguna vez había visitado en una lejana juventud. Pero no es así. Hay más o menos una veintena de jóvenes completamente denudos y quietos sentados en círculo justo en el centro de la sala. Los hombres en pasamontañas y con armas largas nos conducen al centro del círculo de personas.
El principio fue muy lindo, reproducimos un popurrí de canciones que nos agradan a ambos, cantando a todo pulmón una amplia gama que iba desde “The Smiths” hasta “el mamarre”. Pero me traicionó, después de la tercera hora de camino la hermosa Helena se quedó dormida. Al principio quise despertarla para reclamarle su falta de voluntad y buena onda, pero no pude cuando vi sus ojos moviéndose y susurre a la obscura noche de la carretera “ya está soñando”. El problema era que ella me tenía que guiar, yo no sabía el camino y nunca me he preciado como un buen lector de mapas, ni siquiera la aplicación me salvó de perderme en las carreteras del norte.
Estamos en el centro y no sucede nada. Uno de los hombres con pasamontañas, quizás uno diferente a los que nos habían capturado, llega con un bote lleno de líquido que todos toman al instante. De cerca son mucho más jóvenes de lo que uno imaginaría. Helena está en shock, yo la abrazo fuerte pero no logro escucharla, la música es demasiado alta. Quizás esa es una de mis primeras dudas, al parecer siguen tomando del bote con líquido al mismo tiempo que comienzan una plática amena, como en cualquier centro de recreación se ríen, vociferan al oído del compañero al lado, comienzan a bailar.
La conocí en un bar del centro. Sin mucho ánimo llegué a tomar un par de cervezas con un compañero de la universidad. Después de estar tonteando un rato sentí una mano que me tomó y me llevó a uno de los espacios que permitían bailar en aquel lugar. Quizás fue aquella proeza que nunca antes me había ocurrido, tal vez fue la mirada, de esas que uno sabe que le va a joder la vida. El siguiente fin de semana ya estábamos besándonos en cada una de las bancas de Coyoacán. A veces yo me acostaba boca arriba sobre su regazo y ella metía sus dedos en lo profundo de mi cabello, después se inclinaba para besarme. Entonces yo podía ver su rostro y la luna en el cielo.
No nos tocan, pareciera que ni siquiera saben que estamos ahí, justo en medio de ellos. Observo la carita asustada de Helena y miro alrededor para encontrar alguna salida. A pesar de que tenemos la certeza de que algún hombre con pasamontañas nos va a impedir escapar tenemos que intentarlo de alguna manera, el auto está a escasos 100 metros sobre el camino de grava, no estamos heridos ni nos han hecho nada. Hasta entonces los guardianes habían desaparecido en la obscuridad en las orillas de la sala. Estamos abrazados, sobre el hombro de Helena y el olor de su cabello intento observar más allá de las sombras. Algo se mueve pero no son los rostros obscuros de nuestros guardianes. En aquella gran sala circular hay otros invitados contra las paredes en las sombras, desde ahí observan. Los jóvenes han comenzado a copular.
Helena me había comentado que sus padrinos la invitaron a una fiesta, a pesar de todo ella quiso seguir adelante con nuestros planes, sería la primera vez que íbamos a viajar juntos, iba a conocer a su familia y salir de la ciudad siempre ayuda. Cuando mi bella durmiente despertó me dirigí de la manera más atenta para hacerle saber que estaba un poco perdido. Nunca la había visto así, enloqueció y me obligó a parar en medio de la carretera. Me pateó y comenzó a correr sobre un camino de grava hasta una casa desde la que salían destellos de luz roja y música muy fuerte.
Los rostros salen con una frecuencia cada vez mayor desde las sombras. La mayoría de ellos sonríen con lascivia, otros tienen la mirada muy fija en la orgía que ocurre a nuestros pies y se tocan. Me doy cuenta de que algo está mal hasta que escucho el grito de Helena sobre la música. Uno de los jóvenes fue hasta el altar y tomó una de las figuras, ahora está destrozando la cabeza de otro de sus compañeros. Helena se suelta de mi abrazo y corre hasta la puerta, yo la persigo pero ella logra salir, a mí me cierran el paso hombres con pasamontañas.
 

miércoles, 18 de marzo de 2020

Losers

Losers

 

Angry man 

Who gave you the power to try to wound any lonely heart?

Your eyes are burning embers, wannabe lord of war.

The vicious blade cuts the youthful pieces of skin.

The thirst for the crimson water increases by the second.

Who gave you the power to try to wound any good soul?

Calm words mean nothing for the disturbed mind of an old man.

His mind only wants to destroy what others created over the years.

He only sees red around him and nothing more. Hate blinded his soul.

You call us losers to clean your soul of years of self-build angst.

The mirror might break if you look at all the darkness inside.

Look at it all at once, you, owner of a plastic piece of the human soul!

Who gave you the power to try to wound any lonely heart?

Those who got bruises all over their bodies are stronger than you´ll ever be.

They are used to the piercing sensation you desperately hide from.

Laugh it off all you want but this is the raw truth, glittery puppet.

No silver screen can be big enough to display all of your insecurities.

Now, tell me...Who´s the loser now?

 

 



martes, 10 de marzo de 2020

Una pulga en un barco de papel

 Una pulga en un barco de papel
Por: Raúl Andrés Rodríguez Cota
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Había una vez una pulga
que era muy pequeña.
Además de divertida
y bastante risueña.

Esta pulguita vivía
en la punta de un cerro,
que en realidad, solamente,
era la cola de un perro.

Pero ella era aventurera
y buscaba cosas nuevas.
Bosques, mares, junglas
y misteriosas cuevas.

Esta chiquitita soñaba
con ser una gran viajera,
pero sólo podía ir
hacia donde Firulais se moviera.

“Tengo que irme de este perro
para poder conocer el mundo.
Quiero explorar más lugares
que este peludo vagabundo”.

Pero todos sus amigos
se burlaban de ella,
diciéndole que, simplemente,
era demasiado chicuela.

“No importa lo que digan,
puede que sea pequeña,
pero lo que en verdad cuenta
es que soy una pulga que sueña”.

¡Ah, y cómo soñaba
esta divertida pulga!
Imaginaba que muy pronto
podría irse de fuga.

Saltaría de Firulais
hacia nuevos senderos,
y vería otros lugares
que no fueran traseros de perros.

“El mundo es un lugar grande
y hay mucho que conocer.
Yo quiero ver paisajes
que me puedan conmover”.

La vieja garrapata
le aconsejó sabiamente:
“Aprovechar una oportunidad
no es cuestión de suerte”.

“Tienes que estar muy atenta
y lista para partir,
y así será más fácil
que te puedas escabullir”.

La pulga se puso lista
y preparó muy bien su maleta,
porque ya se había propuesto
conocer el mundo como meta.

Así, sucedió un día,
que poco a poco empezó a llover,
y Firulais corrió bajo un techo
para poderse proteger.

“Con toda esta agua cayendo
del cielo nublado,
de seguro, muy pronto,
oleré a perro mojado”.
  
La pulga, fascinada,
caer el agua miraba,
cuando vio un barquito de papel
que frente a ella navegaba.

“Esta es mi oportunidad,
¡es tiempo de partir!
Adiós a todos, mis amigos,
prometo que voy a escribir”.

Y la pulga saltó del perro
hacia el pequeño barquito,
y emprendió un viaje
que todos creían inaudito.

Fue así que la pequeña pulga
comenzó su gran aventura,
y todo aquel que la veía
decía que era una locura.

Feliz navegó por días
admirando nuevos paisajes,
en donde llegó a conocer
a algunos animales salvajes.
  
Un día de tantos
se encontró a un grupo de hormigas,
y sin mucho batallar
se convirtieron en amigas.

“¿Por qué no vienes a vivir
a nuestro querido hormiguero?
Eso es mucho mejor
que ser un simple barquero”.

“Te podemos asegurar
que estarás muy bien protegida,
y puedes apostar
que jamás te faltará comida”.

“Muchas gracias, queridas amigas,
por todas sus bondades,
pero prefiero este barquito
que todas sus comodidades”.

“Ver y conocer el mundo
es mi único objetivo,
y no cambiaré de idea,
¡sin importar el motivo!”
  
La pulga siguió su camino
sin mirar nunca atrás,
pues para lograr una meta,
no hay que retroceder jamás.

El barquito navegó mucho
hasta llegar a altamar,
pero con toda la humedad
se empezó a desintegrar.

Un pez, al verla, le dijo:
“Eso te pasa por no aprender.
De haberte quedado en el perro,
esto no te iba a suceder”.

“Calla, pez aburrido,
¡no me arrepiento de nada!
Pues, si aún viviera en el perro,
estuviera muy amargada”.

“Tal vez, ahora,
mi barquito se esté deshaciendo,
pero eso no quiere decir
que no me esté divirtiendo”.
  
En eso, una gran gaviota
bajó de todo lo alto:
“Rápido, pequeña pulga,
sube a mi lomo de un salto”.

La pulga de un solo brinco
subió a la gran gaviota:
“¡Qué bueno que me salvaste,
porque mi barquito ya no flota!”

“Escuché lo que le dijiste
a ese aburrido pez,
y de inmediato me di cuenta
que no tienes timidez”.

“Por eso te salvé,
por tu gran valentía.
Y por eso, en este viaje,
yo seré tu guía”.

Y fue así como la enorme ave
la llevó por un nuevo camino,
diciéndole que la llevaba
hacia un gran destino.

Pronto pudieron llegar
a una estación espacial
que iba a lanzar un cohete
al espacio sideral.

“Confía en mí, pequeña pulga,
te voy a dejar caer,
y el lugar donde aterrizarás
mucho te va a complacer”.

“Es tiempo de que emprendas
el más grande de tus viajes.
Y llegarás mucho más lejos
que todos los animales”.

Diciendo esto la gaviota,
a la pulga soltó.
Y con gran precisión,
sobre un casco de astronauta cayó.

El hombre subió al cohete,
estaba a punto de despegar,
y la pulga, sobre el casco,
se empezó a emocionar.

La nave salió hacia el cielo
en medio de un gran fuego.
Y todo eso, para la pulga,
era un divertido juego.

Muy pronto el enorme cohete
flotaba entre las estrellas,
y la pulga, fascinada,
miraba cada una de ellas.

Entonces, desde lo alto,
pudo ver al planeta Tierra,
llamándole la atención
que la gente no se distinguiera.

Fue ahí cuando la pequeña
comprendió algo allá afuera:
“Que todos somos pulgas
en un perro con forma de esfera”.
FIN

The Gift For All

 Sweet or savory, A very valuable kind of asset. Delicious gift made to enrichen food. You can enjoy it carefully, dear soul. Fancy bites th...